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Los años posteriores a la pandemia fueron bastante particulares respecto a la salud digital. Hasta entonces ya venía teniendo cierta relevancia, pero en ese momento toma mucha mayor importancia, debido a la situación que requería estar a la altura para brindar información. Desde la Dirección Nacional de Gobernanza e Integración de los Sistemas de Salud nos tocó llevar adelante una actualización de los sistemas informáticos dentro del Ministerio de Salud para que pudieran soportar la gran cantidad de demanda durante la pandemia.

El tema de la salud digital no es solamente el de la interoperabilidad, o el de la codificación, sino también consolidar la información para tomar mejores decisiones que permitan salvar más vidas y ser más eficientes en el uso de los recursos.

Cuando hablamos de salud digital, la pensamos como una palanca en la transformación del sistema de salud. No es algo que pueda estar aislado, sino que tiene que integrarse y ser transversal a todos los procedimientos y procesos del sistema de salud.

Si bien es un objetivo amplio, hay que priorizar el enfoque en algunos ítems, en particular algunas líneas de trabajo, como por ejemplo el primer nivel de atención en el trabajo con las provincias. Allí cobra relevancia la Historia Clínica Digital, que es el sistema informático por excelencia del sistema de salud para el registro de los diagnósticos, las prescripciones y las intervenciones de los pacientes.

La salud digital es así una palanca en la transformación del sistema de salud dentro de un ecosistema que permite tener en cuenta los recursos humanos, la conectividad, los insumos, los sistemas informáticos y los procesos de implementación.

Hay algunos sistemas de registro que fueron implementados hace ya mucho tiempo, y otros se les sumaron en estos años. Ambos comienzan a generar muchos datos, por lo que la preocupación mayor hoy es cómo explotar esos datos de manera tal de que permitan tomar decisiones sanitarias.

Por ejemplo, muchas veces nos indignamos cuando en un hospital hay un tomógrafo o un ecógrafo sin funcionar, y decimos si funcionara salvaría vidas y queremos que lo reparen pronto. Pero no nos indignamos de la misma manera cuando hay datos que están cargados y no se explotan. El potencial que tienen esos datos para transformarse en información para la toma de decisiones es inmenso: salvarían quizás más vidas que un tomógrafo que no está funcionando.

Por eso en esta etapa entiendo que es prioridad trabajar en recuperar los datos que ya están disponibles para producir información para tomar decisiones. Desde un principio durante la pandemia las provincias lo pudieron hacer para determinar qué población tenía que estar aislada, o dónde faltaban camas.

Es importante entonces trabajar con los distintos niveles para desarrollar esa información, y a partir de ahí generar tableros, indicadores y sistemas de gestión que permitan tomar decisiones con los datos que se van recolectando.