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Un reciente artículo de la revista The Economist reseña algunos obstáculos para la aplicación de la inteligencia artificial en la atención sanitaria.

Si bien la inteligencia artificial se ha utilizado en la atención sanitaria durante muchos años, su integración ha sido lenta y los resultados a menudo han sido mediocres. La buena razón para ello es que la atención sanitaria exige altas barreras probatorias para introducir nuevas herramientas para proteger la seguridad de los pacientes. Pero los sistemas de inteligencia artificial aprenden procesando enormes volúmenes de datos, y los datos en salud están muy fragmentados por las estrictas reglas de control de su uso. Además, las autoridades regulatorias suelen demorar en aprobar nuevas herramientas de inteligencia artificial, hay vacíos regulatorios en vigilancia de eventos adversos y dificultades para el monitoreo continuo de los algoritmos, para garantizar su precisión, seguridad, efectividad y transparencia. Una solución sería crear un sistema regulatorio internacional menos complejo. Una última razón “mala” son los incentivos, porque si bien la inteligencia artificial podría ayudar a reducir los efectos negativos de la insuficiencia de recursos humanos, los sistemas de salud están configurados para mejorar la atención y no para reducir costos, por lo que la incorporación de nuevas tecnologías puede representar hasta la mitad del crecimiento anual del gasto en salud, y aumentar la complejidad, a lo que podría sumarse la eventual resistencia de los pacientes a no ser atendidos en persona.

Los beneficios potenciales del uso de la inteligencia artificial en la atención sanitaria son tan vastos que los argumentos a favor de superarlos deberían ser obvios.

Ver texto completo: https://www.economist.com/leaders/2024/03/27/the-ai-doctor-will-see-youeventually